Blog sobre libros cuya temática son
las drogas y la subcultura que se crea a partir de ellas.

martes, 14 de abril de 2009

CAPÍTULO VI: EL CÓMIC Y EL ARTE UNDERGROUND

EL OTRO ARTE Y LA OTRA GENERACIÓN DEL 27



No me gustaría aprovecharme para, tal día como hoy, recordar la efemérides de la II República. Venimos hablando en este blog desde hace meses de la literatura y la cultura que se han creado a través de los defectos, errores y adicciones; cómo en ciertas sociedades como la nuestra, muchos intelectuales (como Valle Inclán, Baroja o Machado) han elaborado su producción literaria en base al desconcierto y la repugnancia que sienten hacia su patria o sus élites políticas. En este sentido, sustancias que promueven la evasión, como el alcohol, o la sugestión emocional, como la cocaína o el opio, son muy frecuentes entre los literatos para rebelarse contra la sociedad. Precisamente cuando, bien sea a través de la rabia o a través de las drogas, desatan el poder de su subconsciente, es cuando su obra artística se desata y se magnifica. No olvidemos que muchos teóricos como Greenberg o Benjamin nos vienen a decir que toda obra de arte es efectiva cuando es capaz de expresar fehacientemente emociones y sentimientos.

Lo cierto es que los críticos de literatura usan las Generaciones para nombrar a aquellos grupos que, siguiendo una temática de rebeldía y de pérdida y consiguiente reivindicación, construyen su estilismo. Una de las más importantes, siguiendo la época de la II República, fue la Generación del 27. Estos escritores fueron los últimos vestigios de una edad que se murió con la caída de la República, con el estallido de la guerra y con la instauración de una dictadura.


Con Franco, se fotocopiaron varias generaciones de jóvenes a los que se les recluyó en la más mísera abstinencia vital, en la más cruel religiosidad, en la familiaridad empedernida. Se les hizo olvidar toda la cultura que se pueda conocer como underground en el siglo XIX, como los folletines de amores y aventuras, de enmascarados y de damiselas en apuros. Los herederos de las novelas de caballerías y los padres de los cómics. Las novelas como las de Emilio Carrere, el gran cronista de la bohemia y el alcoholismo catalán, fueron destrozados impunemente.
No es de extrañar que estas generaciones, años más tarde, cuando llegaron los 70, las faldas y las suecas con el rock & roll y la marihuana, se sintieran un tanto desarrapados, perdidos, en una espiral de lascivia a la que no estaban acostumbrados.



Autores como Emilio González-Grano de Oro defienden que la transición cultural hacia la democracia se realizó desde una apertura humorística-periodística, gracias a las pequeñas tiras semanales. Publicaciones como La Codorniz ayudaron a esa generación a la que se le había enseñado a rezar y a odiar a la mujer, a enfrentarse con otra nueva cultura y totalmente desconocida. Con libros como La Otra Generación del 27, González-Grano de Oro expone que fueron las responsables de que el españolito que nacía junto a la UCD y a los Pactos de la Moncloa, viese que había luz más allá de las tinieblas del nacionalcatolicismo.

Precisamente otro autor, Pablo Dopico, exploran la evolución consiguiente del cómic y de la cultura underground de los años 80, con su libro El cómic underground español. Con autores como Ceesepe, Gallardo, Mariscal, Max o Nazario, se iba introduciendo a los jóvenes que escapaban ya de las fauces de la España cañí, pero no de su sombra, en el mundo de La Movida y la música disco, lleno de chaquetas con hombreras, abanicos gigantes, pelos y greñas anarquistas y las drogas de diseño.




Por tanto, estos autores tan revolucionarios allanaron el terreno para que la subcultura del rock, el punk, la cultura disco, la beat y los cómics llegasen a nuestro país y se incorporasen de manera actualizada. De esta manera, autores como Robert Crump, Harvey Pekar o Joe Sacco (autores de los que hablaremos en nuestra siguiente entrada) llegasen a nuestra cultura tebeística sin que contrastasen.


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