Blog sobre libros cuya temática son
las drogas y la subcultura que se crea a partir de ellas.

miércoles, 22 de abril de 2009

CAPÍTULO VII: JOE SACCO Y EL NUEVO CÓMIC PERIODÍSTICO

UNA NUEVA FORMA DE ENTENDER LA INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Aprovechando que este fin de semana se celebra el día del libro (es decir, la efemérides de la muerte de Cervantes y Shakespeare), nos centraremos en explicar un aspecto de la literatura muy repudiado a lo largo de la historia, y últimamente sacralizado. Estamos hablando del 9º Arte, el cómic. Hoy en día, muchos críticos han usado otros términos que suenan mucho más técnicos, como novela gráfica, para afianzar la audiencia, y que no sientan ridículos en el momento en que estén leyendo un cómic.
Existen cómics para adultos, pero siempre tenemos en mente esa concepción infantil de los tebeos. El mundo tebeístico no solo está repleto de superhéroes hormonados y musculosos, que luchan contra el mal, que tienen vidas perfectas y que poseen poderes sobrehumanos. Podemos encontrar otros muchos comics en los que la temática es mucho más real y humana, que han bebido directamente de los problemas existenciales del autor y de los acontecimientos sociales en que se forjaron.

Desde que Will Einser publicó Contrato con Dios, los cómics dejaron de verse como esas publicaciones semanales de los periódicos para el público infantil. Con esta publicación, se dejaban atrás la inocencia del cómic de El Prícipe Valiente, Flash Gordon o Rip Kirby. Se revolucionó la manera de expresar del cómic, usando la splash-page o las viñetas que mutaban con los personajes del interior. Se cambió la concepción del lenguaje del cómic. De este modo, otros autores años más tarde, traspasados por una época convulsa, del quiero y no puedo adolescente, agudizado por el paraíso libertario lleno de prohibiciones de los EE.UU., tomaron estos cómics y los transformaron en alegatos de la cultura apátrida, de la cultura fuera de los libros clásicos, de la cultura que bebía del rock, el jazz, el blues y las drogas, únicos elementos que los llenaban como personas. Estamos hablando del nacimiento de la cultura. Estamos hablando del padre del underground: Robert Crumb.


Robert Crumo creó una personaje para tiras cómicas semanales llamado MR. Natural, una especie de viejo verde amoral, drogadicto y hippie, que se convierte en el gurú de toda una generación. Entre sus tropelías, discute de religiones con el mismísimo Buda o Jesucristo, le meten en chirona por exhibixionismo público, en un manicomnio por una sobredosis de cannabis y mientras consigue descubrir el sentido de la vida. Son cómics de humor absurdo, llenos de psicodelia y cultura punk, que nos deja la moraleja última de adoptar la doctrina del pasotismo como modelo de vida y filosofía. A parte de Mr. Natural, Crump creó otros personajes como el gato Fritz, toda una crítica a la cultura de los cartoons que educaban a los niños norteamericanos, y por extensión, a los de todo el mundo. En sus cómics, el gato Fritz revertía todo el sistema de valores norteamericanos.



Herederos de Crumb tenemos a otra generación encarnada por Harvey Pekar, Marjane Satrapi o Joe Sacco o Art Spiegelman (este último, premio Pulitzer por su obra Maus), más comprometidos con la actualidad y más relacionados con el mundo en el que viven. A través de la historieta, estos autores critican y ponen de manifiesto una realidad, de forma que lo pudiese hacer un ensayista o un analista social. Lo único es que han escogido otro lenguaje para hacerlo tan digno como el literario.



El más destacado es Joe Sacco, que ha aglutinado el lenguaje y la profesión periodísticas con las formas y técnicas del noveno arte. Su obra más aclamada es Palestina, una crónica al más puro estilo de reportaje sobre la Guerra Árabe-Israelí, pero sus inicios se asemejan más a los de Crumb. En su obra El rock y yo, hace una crítica mordaz sobre el mundo del rock y las drogas, con el humor característico de Mr. Natural. Esta generación de artistas ha venido a renovar no solo el mundo del cómic, sino el mundo de la cultura en general, abriéndonos los ojos a nuevas maneras de entender la realidad.


martes, 14 de abril de 2009

CAPÍTULO VI: EL CÓMIC Y EL ARTE UNDERGROUND

EL OTRO ARTE Y LA OTRA GENERACIÓN DEL 27



No me gustaría aprovecharme para, tal día como hoy, recordar la efemérides de la II República. Venimos hablando en este blog desde hace meses de la literatura y la cultura que se han creado a través de los defectos, errores y adicciones; cómo en ciertas sociedades como la nuestra, muchos intelectuales (como Valle Inclán, Baroja o Machado) han elaborado su producción literaria en base al desconcierto y la repugnancia que sienten hacia su patria o sus élites políticas. En este sentido, sustancias que promueven la evasión, como el alcohol, o la sugestión emocional, como la cocaína o el opio, son muy frecuentes entre los literatos para rebelarse contra la sociedad. Precisamente cuando, bien sea a través de la rabia o a través de las drogas, desatan el poder de su subconsciente, es cuando su obra artística se desata y se magnifica. No olvidemos que muchos teóricos como Greenberg o Benjamin nos vienen a decir que toda obra de arte es efectiva cuando es capaz de expresar fehacientemente emociones y sentimientos.

Lo cierto es que los críticos de literatura usan las Generaciones para nombrar a aquellos grupos que, siguiendo una temática de rebeldía y de pérdida y consiguiente reivindicación, construyen su estilismo. Una de las más importantes, siguiendo la época de la II República, fue la Generación del 27. Estos escritores fueron los últimos vestigios de una edad que se murió con la caída de la República, con el estallido de la guerra y con la instauración de una dictadura.


Con Franco, se fotocopiaron varias generaciones de jóvenes a los que se les recluyó en la más mísera abstinencia vital, en la más cruel religiosidad, en la familiaridad empedernida. Se les hizo olvidar toda la cultura que se pueda conocer como underground en el siglo XIX, como los folletines de amores y aventuras, de enmascarados y de damiselas en apuros. Los herederos de las novelas de caballerías y los padres de los cómics. Las novelas como las de Emilio Carrere, el gran cronista de la bohemia y el alcoholismo catalán, fueron destrozados impunemente.
No es de extrañar que estas generaciones, años más tarde, cuando llegaron los 70, las faldas y las suecas con el rock & roll y la marihuana, se sintieran un tanto desarrapados, perdidos, en una espiral de lascivia a la que no estaban acostumbrados.



Autores como Emilio González-Grano de Oro defienden que la transición cultural hacia la democracia se realizó desde una apertura humorística-periodística, gracias a las pequeñas tiras semanales. Publicaciones como La Codorniz ayudaron a esa generación a la que se le había enseñado a rezar y a odiar a la mujer, a enfrentarse con otra nueva cultura y totalmente desconocida. Con libros como La Otra Generación del 27, González-Grano de Oro expone que fueron las responsables de que el españolito que nacía junto a la UCD y a los Pactos de la Moncloa, viese que había luz más allá de las tinieblas del nacionalcatolicismo.

Precisamente otro autor, Pablo Dopico, exploran la evolución consiguiente del cómic y de la cultura underground de los años 80, con su libro El cómic underground español. Con autores como Ceesepe, Gallardo, Mariscal, Max o Nazario, se iba introduciendo a los jóvenes que escapaban ya de las fauces de la España cañí, pero no de su sombra, en el mundo de La Movida y la música disco, lleno de chaquetas con hombreras, abanicos gigantes, pelos y greñas anarquistas y las drogas de diseño.




Por tanto, estos autores tan revolucionarios allanaron el terreno para que la subcultura del rock, el punk, la cultura disco, la beat y los cómics llegasen a nuestro país y se incorporasen de manera actualizada. De esta manera, autores como Robert Crump, Harvey Pekar o Joe Sacco (autores de los que hablaremos en nuestra siguiente entrada) llegasen a nuestra cultura tebeística sin que contrastasen.


domingo, 5 de abril de 2009

PRÁCTICA 6: JADE GOODY Y SU FUNERAL MEDIÁTICO

LIBERTINAJE Y SENTIDO MATERNALISTA

De acuerdo al segundo principio recogido en el Código Deontológico de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas), el primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad. Si no observamos más detalles ni matices con respecto a la profesión informativa, los profesionales del medio podrán presentar y tratar los contenidos como buenamente les parezcan. Pero parece que el periodismo tiene o debe tener un sentido ético, esto es, tener una cierta sensibilidad para con el espectador, concienciarse de la carga formativa (que no informativa) y educativa que poseen los medios, para así evitar adoctrinamientos.

El medio, además, tiene que desentenderse de su condición de empresa a la hora de proteger el derecho de los ciudadanos a estar informados, de tal manera que se respete la intimidad y la imagen. Hoy en día, y con casos como los de Jade Goody, lo que se está produciendo es una sobrevaloración del derecho a secreto profesional del periodista, es decir, derecho a ser amparado tanto en el marco de su propia empresa como por las organizaciones asociativas o institucionales. El periodismo toma su cariz de 4º Estado, convirtiéndose en un lobbie más.



Este hecho permite que en la sociedad en la que vivimos se sucedan los siguientes fenómenos/desigualdades:

  • Que ciertos personajes se conviertan en líderes mediáticos y en auténticos ídolos de masas y ejemplos de comportamiento a imitar. Se les da tanta importancia que ya salen en enciclopedias y en libros didácticos, cuando en realidad merecen el más mísero y fatal olvido.
  • Que los medios informativos se vean a sí mismos como empresas cuyo objetivo primordial sea sacar el máximo beneficio posible, sin importar los contenidos con los que se esté nutriendo al público.
  • Que los profesionales que nacen o que se incorporan al medio tengan que adaptarse a estos contenidos, variando los suyos propios, lo cual desencadena un fenómenos de círculo vicioso en el que es imposible cualquier purga o limpieza.
  • Que las audiencias se acomoden a noticias y contenidos con un nivel intelectual muy bajo, y por tanto ya no distingan entre espectáculo y formación.
  • Que se haya creado una generación con graves problemas de representación, debido precisamente a esa sobreproducción de mensajes que sobresatura el imaginario del individuo. Por lo tanto, las mentes se insensibilizan y el proceso de globalización (le evolución última de la civilización), tiene unos efectos negativos.

Como conclusión, diremos que no toda la culpa la tienen los medios o Jade Goody, pues tanto unos como otra han mediatizado un hecho (la muerte) que hasta ahora era totalmente íntimo y sagrado. Realmente lo hicieron siguiendo un instinto totalmente humano y animal: el insitnto materno. Jade lo hizo para que sus hijos tuviesen qué comer el día de mañana. Los medios, para seguir adquiriendo beneficios y evolucionar como organismo no vivo. Nunca supieron (o si fueron conscientes, les dio igual) las consecuencias que iban a acarrear sus actos. Ahora, tenemos una audicencia saciada de morbo, pero que el día de mañana pedirá más, y ya no le podremos satisfacer de igual manera, pues convertimos en mediático un hecho insuperable: la muerte real (más hiperreal que nunca) de una persona.

Algunos dirán que Jade Goody hizo que grabasen sus últimos días de enfermedad para ayudar a la comunidad científica y para alentar a otras personas con cáncer. Bonita excusa. Si yo fuera uno de los hijos de Goody, ahora mismo sería un oceáno infinito de emociones contradictorias y, por supuesto, me sentiría un tanto juguete mediático, animal de zoo, freak. Todo por el amor de madre.